Esta increíble expedición de packrafting en Patagonia desde el glaciar Exploradores al glaciar Leones es un hermoso pero desafiante viaje de packrafting que no te defraudará.
A las 08:30, aún amaneciendo, entramos en el Parque Nacional Laguna San Rafael. Tras pasar por un sendero que atraviesa bosque nativo llegamos a la morrena del glaciar Exploradores, en el cual nos deleitamos un par de días. La primera hora se progresa por el glaciar sin dificultad y a medida que nos adentramos se iba agrietando de forma más acentuada. Después de dibujar diferentes caminos por las crestas, no logramos encontrar uno que nos permitiera avanzar por el glaciar. Por suerte para nosotros a nuestra izquierda había una laguna producto del deshielo, así que tuvimos nuestra primera oportunidad para hinchar los packraft.
Eso nos permitió avanzar y encontrar campamento a orillas de la laguna.
Día 2
Empezamos el día cruzando la laguna rodeados de témpanos de hielo y disfrutando del paisaje. Cuando topamos de nuevo con la pared del glaciar decidimos probar suerte ganando altura y progresando por la montaña. Lo que nos encontramos fue un terreno repleto de nalcas y arbustos frondosos que provocó un avance lento y tedioso. No logramos avanzar lo esperado, pero a cambio pasamos la noche con espectaculares vistas al glaciar Exploradores.
Día 3
Desde la altura nos fue más sencillo evaluar las opciones que teníamos. Así que decidimos montarnos de nuevo en el hielo y zigzagueando por las grietas conseguimos avanzar hasta llegar a la morrena que nos daría paso al valle que queríamos alcanzar.
Dejando el glaciar atrás cruzamos un sector arenoso. Después remontamos río arriba hasta llegar a una pared vertical de barro, piedras y fondo de hielo que se iba desmoronando a nuestro paso y que la hizo muy difícil de superar. Le sumaba piedras amenazantes cayendo desde mucha altura. A este paso le bautizamos como la subida de la muerte y a su vez el punto de No Retorno (o al menos no por el mismo sitio).
Una vez superado este obstáculo avanzamos por la morrena del glaciar e hicimos campamento celebrando la vida.
Día 4
Despertamos con niebla baja que nos impedía ver el glaciar que teníamos enfrente. Continuamos bordeando la morrena y navegando con gps para orientarnos hasta llegar a la laguna Triángulo, donde hincharíamos nuestros packraft por segunda vez. El cruce fue sencillo y nos sirvió como descanso para nuestros hombros y piernas pues cada vez sentíamos más el peso de las mochilas.
El momento dulce terminó nada más poner pie en la otra orilla de la laguna. Ahí se nos venía un impenetrable bosque extra tupido. Buscando camino sólo encontramos paso posible remontando río arriba. Este tramo aunque resbaladizo y costoso fue extremadamente hermoso. No obstante, éste no nos condujo hasta la cima y tuvimos que adentrarnos en el bosque. Ahí encontramos un claro de turba que nos permitió hacer noche.
Día 5
Íbamos tomando conciencia de que la expedición se iba a alargar algo más de lo planeado, así que empezamos a dosificar nuestras raciones de alimento y a recolectar el preciado y sabroso calafate.
Para hoy seguiríamos con un duro día de bosque tupido y una subida tediosa digna de machete (el cual no llevabamos). El grado de satisfacción al llegar arriba fue tan grande como la belleza del paisaje. Por un lado, podíamos ver el camino recorrido: desde el glaciar Exploradores, laguna Triángulo y la montaña recién coronada. Por el otro, el lago Norte a los pies del monte San Valentín. Realmente hermoso.
La alegría invadió nuestro cuerpo al ver que el descenso a Lago Norte no iba a ser tan exigente: se venía una combinación de turba, ladera y pequeñas lagunas que nos permitirían avanzar con fluidez.
Nada más llegar a lago Norte hinchariamos de nuevo los packraft y cruzamos al atardecer con viento a favor hasta llegar al único claro de turba que vimos a nuestro alrededor.
Día 6
¡Nos cayó el chaparrón! Así que tocó día de descanso, sólo salimos cuando paró unos minutos la lluvia y aprovechamos para cambiar la tienda de sitio ya que empezaba a entrarnos agua en el salón. El regalo del día fue que tuvimos la oportunidad de ver un huemul campando alrededor de la tienda.
Día 7
¡Día fatídico! Creíamos tener claro por dónde continuar con nuestra avanzadilla pero esta vez el bosque tupido nos ganó la batalla. No había por dónde avanzar y nos tocó retroceder, encontrándonos de nuevo en la casilla de salida.
Aún así, el ánimo no decayó y buscamos otra alternativa. Intentaríamos bordear parte del lago a pié (con agua hasta la cintura). La recompensa del día fue poder acampar en un mágico bosque sin tanta vegetación y trazar con nuestros ojos la ruta a seguir del día siguiente.
Día 8
Iniciamos el camino previsto con una fuerte pendiente de bajada, la cual se nos haría muy peligrosa con las mochilas a cuestas. Así que trincamos bien todo el material y las dejamos ir ladera abajo. Fue un poco sufrido verlas bajar estrepitosamente, pero sobrevivieron a los impactos y conseguimos nuestro objetivo.
Acto seguido, se nos venía un largo camino entre piedras de morrena hasta llegar de nuevo a un río que no podíamos navegar, pero si bordear con facilidad a la vez que recolectábamos calafate. Unas horas después haríamos campamento a orillas del río donde, por primera vez, veríamos huellas de animales que nos orientaban en el camino.
Día 9
Hoy el camino es más fácil, pues podemos ir siguiendo las huellas de animal y nos van facilitando el sendero. Toca cruzar bosque, pero esta vez es más limpio. Pronto llegamos al lago Fiero, que lo disfrutamos navegando y acercándonos a la pared del glaciar de su mismo nombre.
Fue un día de disfrute del paisaje, navegando entre témpanos hasta alcanzar las grandes paredes de hielo.
La vuelta fue algo más dura, pues se levantó viento en contra y creaba oleaje que dificultaba el avance. Aún así, llegamos a tierra para acampar con vistas a los témpanos de hielo que el viento y marea habían desplazado.
Día 10
¡Día lluvioso! Desde primeras horas de la mañana todo apuntaba a que iba a ser un día húmedo, y así fue. Todo el día pasado por agua y algo frío para nuestro gusto. Continuamos con la estrategia de seguir el rastro animal, tal vez con algún rodeo de más, pero nos fue bien. El terreno era pantanoso, recorría entre ríos y turba, lo cual, aparte de la lluvia no permitía tener los pies muy secos. Pero ahí la vida nos sonrió y encontramos una cabaña de gaucho con leña seca que nos dio refugio y calor para secar nuestras cosas (incluida la tienda). ¡Más agradecidos no podíamos estar! Días después conocimos a una familiar de los propietarios de la cabaña, los cuales tenían ganado y recorrían el sector.
Día 11
Partimos de la cabaña con packraft en mano para navegar un tramo de río que vimos factible. Y al llegar a la zona de rápidos nos bajamos para seguir a pié. Una vez en el lago Leones nuestra primera intención era navegarlo hasta su pared de hielo como hicimos en el Fiero.
Pero dadas las circunstancias (climatología adversa, viento fuerte y poca comida) decidimos pasar de largo y acabar la ruta, ahora ya si, por un sendero bien pisado y con señalización hasta nocturna!
Día 12
Ya de camino a la carretera principal y dispuestos a hacer dedo para volver a Río Tranquilo, encontramos a la señora Leonor, propietaria de un camping que nos brindó el mejor desayuno que podíamos desear: sopaipiyas y pan amasado con mermeladas de ruibarbo y rosa mosqueta, y todo casero! Exquisito!